
A medida que la popularidad de los cigarrillos electrónicos y vapeadores sigue en aumento, surgen voces desde la comunidad médica que alertan sobre su utilización. Aunque el vapeo se promociona como una alternativa más segura al tabaquismo, no se deben minimizar los riesgos para la salud, ya que los líquidos para vapeo pueden contener sustancias químicas dañinas, partículas finas y compuestos tóxicos que pueden tener consecuencias graves para los pulmones.
El vapeo, explica la doctora Lorena Comeche, jefa asociada del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, “es la inhalación del vapor creado por un cigarrillo electrónico o dispositivo de vapeo. Estos dispositivos calientan un líquido que contiene vapor de agua y puede contener nicotina, sustancias químicas, aceites, saborizantes… hasta convertirlo en vapor, que es lo que se inhala. Este vapor, junto con la nicotina y sustancias químicas, llega a los pulmones y, de ahí, a la sangre y al resto del organismo”.
Aunque el término vapor puede parecer más inofensivo, el de los cigarrillos electrónicos puede contener nicotina y otras sustancias adictivas con capacidad para causar enfermedades pulmonares, cardiacas y se asocia a diferentes tipos de cáncer.
“El propilenglicol y/o glicerina presente en estos vapores”, continúa la especialista, “provoca irritación de las vías respiratorias y el pulmón, puede llevar el agravamiento de enfermedades del tracto respiratorio (como la EPOC, asma, fibrosis pulmonar) y facilitar infecciones. Con la combustión de estas sustancias se generan compuestos orgánicos volátiles que pueden causar irritación en los ojos, la nariz y la garganta, dolores de cabeza y náuseas, así como daño al hígado, el riñón y el sistema nervioso.
También se han detectado sustancias cancerígenas, como el formaldehído, acetaldehído y acroleína. Además, los saborizantes químicos presentes en los vapeadores se han asociado a un tipo de enfermedad pulmonar llamada bronquiolitis obliterante”.
Por otra parte, recuerda la doctora, “estos dispositivos emiten sustancias que contaminan los espacios cerrados y pueden ocasionar riesgos para la salud en otras personas por exposición pasiva”.
“La enfermedad de EVALI es una lesión pulmonar asociada al cigarrillo electrónico o al vapeo que puede ser mortal”, aclara la especialista. “A diferencia de otras patologías relacionadas con el tabaco o con los dispositivos de vapeo que pueden tardar años en dar síntomas o presentarse, en el caso del EVALI los síntomas aparecen a los días o semanas de haber utilizado productos de vapeo. Entre estos síntomas se encuentran: dificultad para respirar, dolor torácico, tos, fatiga, vómitos, diarrea, fiebre o pérdida de peso”.
La causa no se conoce con exactitud, pero puede estar provocada por el aceite o acetato de vitamina E que se utiliza en algunos productos para vapear. La vitamina E es segura para su consumo como suplemento vitamínico o en productos para la piel, pero no para inhalar. Por otra parte, se cree que también puede influir en la generación de la lesión pulmonar los productos químicos, vapores y metales, como el níquel, estaño, aluminio, que se generan en la combustión de estos líquidos.
En algunos casos, los cigarrillos electrónicos se utilizan por fumadores que quieren dejarlo y exfumadores. Si bien inicialmente su uso podría reducir el deseo de fumar, y algunos pacientes podrían cambiar temporalmente el consumo de tabaco por estos productos, la realidad es que una proporción muy baja llega a la cesación completa y mantenida, y se ha visto que a la larga pueden contribuir a mantener la adicción a la nicotina.
“Aunque la cantidad de nicotina de algunos de estos dispositivos es menor que la de los cigarros convencionales, se ha observado que hay un cambio del patrón de consumo en algunos usuarios, consumiendo un mayor número veces y con caladas más profundas”.
“Superar la adicción al tabaco”, subraya la especialista, “no es imposible, pero tiene que haber motivación: el fumador tiene que encontrarse en ese punto donde está convencido que ha llegado el momento de dejar de fumar. Y, en ese punto, solicitar ayuda médica, acudir a su médico de atención primaria o a un especialista en neumología para valorar su situación, consumo de tabaco, dependencia física, psicológica, motivación, intentos previos, escuchar cuáles son sus miedos, dudas… A veces el paciente tiene miedo a pasarlo mal por el síndrome de abstinencia, a no ser capaz”.
Con la evaluación de todo ello, el médico establece de forma individualizada un plan de actuación y de seguimiento: valorar la necesidad de tratamiento farmacológico y el seguimiento según la motivación, así como la presencia de síndrome de abstinencia y los riesgos de recaída. Se trata de trabajar conjuntamente con el paciente y de ofrecerle herramientas y estrategias para evitar las recaídas y soluciones a los diferentes síntomas o incidencias que vayan ocurriendo.
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